¿Depresión o antidepresión?

Hay veces que simplemente no sabes cómo continuar, cuál es el camino correcto...qué debo escoger. La confusión resulta un camino duro. Mientras vago por el bosque perdido de la soledad, en la oscuridad que ataña la noche. El desquicie y el desenfreno llegan a mi mente. Pero qué implica eso, qué quiero decir exactamente. Ni yo misma lo sé.

Las ganas de escapar son inmensas, las noches entre llantos se convierten en mi rutina del día a día, así mes tras mes. Por fuera no se ve, siempre hay una sonrisa que todo lo oculta. Pero realmente no sabes qué hacer. Llega un momento en el que me siento atrapada entre 4 cuatro paredes, aún estando al aire libre. Ni si quiera el frescor de la noche o la luz de la mañana calman mi sentimiento de culpabilidad.

Me siento irritable, pero no protesto, todo me lo guardo dentro. Mi corazón y mi cerebro están cansados de tanta discusión. Lo que debería ser dulce se vuelve amargo. Ni el espesor del chocolate es capaz de sacar en mí una sonrisa verdadera. Llega ese momento en el que te planteas por qué esto a mí, por qué ahora, qué he hecho. Todo parecen preguntas sin respuesta, nadie va a venir y te va dar la solución, ni te va a decir exactamente lo que quieres escuchar. Crees que todo es culpa tuya, incluso la más mínima tontería. Desde la cama, con todo a oscuras y con olor a encerrado, tu cerebro grita ¡libérate! Pero el temor al cambio es más grande, más bien, el temor al fracaso. Nos da miedo pedir auxilio. Es más fácil fingir que todo está bien mientras tú te pudres por dentro.

Nadie tiene la llave de escape a tu sufrimiento. Ni si quiera esos libros que te dicen que debes estar bien, ni esos vídeos de youtube donde te dicen que la vida es maravillosa. No lo es, todos mienten. La vida en sí no es maravillosa, la vida es como tú la quieras ver. Desde mi experiencia trato de llegar a la salida, a la clave, la solución que de con todo. Tengo mejores días que otros, no soy muy fan de las pastillas, ni si quiera creo que me estén causando efecto alguno. Simplemente trato de mantener la mente positiva. Sé que esto es difícil, sobre todo cuando parece que hay más días malos que buenos. Lo que  a mí me funciona es recordar que tengo a gente a mi alrededor que se preocupa por mí. Pero créanme, no todos son así, incluso en mi propia casa (qué dura la vida universitaria).

Son muchas las veces en las que me siento culpable por cosas en las que en realidad no tengo nada que ver. A veces, el sentimiento de impotencia puede conmigo, esas ganas de querer arreglar al mundo. Pero la realidad es otra cuando encuentras a un mundo para el que ni si quiera existes. Por eso hay que trazarse metas realistas, cosas a corto plazo como simplemente cambiar tu habitación. Esto me parece un ejemplo bastante realista.
No digo que no haya que soñar a lo grande, siempre hay que hacerlo. Pero si de verdad quieres conseguirlo, piensa en cómo lo harías, qué harías para conseguirlo. En definitiva, los medios y no el fin.

Es curioso cómo siempre empiezo de manera negativista y después me autoconsuelo. Pero si no lo hago yo, quién lo hará. No puedo depender de nadie emocionalmente, diría que no puedo depender de nadie así en general, pero vaya, no es que yo me gane la vida por mí misma, son mis padres los que me pagan todo. Aunque esta no es la cuestión.

Muchas veces aunque nos sintamos en lo peor, sin salida, que no hemos podido caer más bajo…y aquí va una frase súper copiada (por favor, no se me tenga como plagiadora) lo bueno de estar en el fondo es que solo se puede ir hacia arriba.


No sé si todo esto sirva para algo o alguien, al menos a mí escribirlo me ha servido para mí misma; así que supongo que esto es un avance. Me gustaría decir que si hay alguien triste leyendo esto, que no lo esté (lo sé, a mí me dicen esto y lo que hago es tirarle lo primero que encuentre a mano). En verdad, la tristeza no es tan mala como se pinta, lo único es que hay que saber que todo va en su momento y no hay necesidad de prolongar los malos momentos. Siempre hay algo o alguien que nos querrá ver sonriendo ahí fuera, si por lo menos no lo hacemos por nosotros mismos, por lo menos deberíamos intentarlo por quienes nos quieren y se preocupan de verdad. Pero por los de verdad, de verdad, no esos que solo están para lo bonito y contando chistes. No, por quienes sabes que puedes contar para todo. Seguramente la persona en la que estás pensando al leer esto, es de las que más te importan. Así que, dale la oportunidad de verte bien, pero de verdad.

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